En entregas anteriores, hicimos un pequeño repaso de las razones por las que hoy nos encontramos en una situación de ‘caída libre’. Llegamos a la conclusión, además, de que uno de los grandes culpables de la situación actual, junto con la explosión de la burbuja inmobiliaria, era el brutal aumento que está experimentando el precio del petróleo. Hoy, me propongo tratar de explicar qué es lo que está ocurriendo con este preciado y viscoso elemento.
En la sociedad actual, existen dos maneras de crear la energía que hace girar al mundo: la barata y la cara.
La barata es la que se identifica con las energías fósiles, como el carbón, el gas y el petróleo, que a su vez son energías perecederas. Nos referimos, por supuesto, a energías baratas económicamente, ya que obtenerlas y transformarlas en energía suponen un proceso relativamente sencillo y poco costoso. Pero claro, tienen el inconveniente de no ser nada rentables desde un punto de vista ambiental y sostenible, conceptos estos que están tremendamente reñidos con el principio fundamental de la economía, el de reducir costes.
La energía cara, requiere grandes inversiones en estructuras y manteniento, como la eólica, la solar o la hidroeléctrica, todo para conseguir un rendimiento energético mucho menor. Como argumento a favor, tenemos que se trata de una energía limpia e inagotable, lo que a largo plazo debería ser suficiente para acercarse a ellas, desde el punto de vista de la sostenibilidad.
Existe una tercera vía, la nuclear, pero que no goza de buena fama por su peligrosidad, a pesar de resultar una energía tremendamente rentable y sin contaminación ambiental. Eso sí, está el tema de los residuos nucleares. Yo, al menos, no la habría descartado tan a la ligera como sustituto inmediato del petróleo.
Pero claro, sucede que a día de hoy sale más barato invertir en energías fósiles, a costa de contaminar una miajica más, para no tener que hacer grandes desembolsos en renovables o en investigaciones en fusión fría, que pueden no llevar a ninguna parte, amén de ralentizar el crecimiento del PIB.
La conclusión es evidente. A menor coste y mayor rendimiento, se opta por contaminar. La consecuencia inevitable es el deterioro del planeta y el agotamiento de los recursos fósiles.
Centrándonos en el petróleo, resulta ser el elemento energético más rentable de todos. Es extremadamente fácil obtener energía de él, y por lo tanto, es el más extendido.
Hasta ahora, yacimientos petrolíferos y consumo parecían ir de la mano. Allí donde clavaras una azada, te salía crudo a borbotones, por lo que el crecimiento de la producción y su consumo crecían casi de manera exponencial. Pero de un tiempo a esta parte la cosa ha cambiado. No hay nuevos yacimientos.
Los países más avanzados se han encontrado, además, con la aparición de nuevas economías pujantes, como es el caso de las asiáticas, a las que hay que sumar el aumento de demanda proveniente de los países latinoamericanos.
Pues ya la tenemos liada. Más demanda, misma oferta, mayor precio.
Surge entonces un nuevo concepto: el ‘peak oil’. Según la Teoría del Pico de Hubbert, o cénit del petróleo, la producción mundial de crudo alcanzaría su máximo entre 1995 y 2000, reduciéndose entonces tan rápidamente como había aumentado hasta ese día. Nos referimos, por supuesto, a que desde el día en que la producción del petróleo alcance su máximo, nos dirigiremos inexorablemente hacia el agotamiento real del mismo a nivel mundial.
La predicción no fue del todo acertada en cuanto a fechas, pero sólo había que retrasar el punto crítico diez años. Ahora, según estiman algunos expertos, el cénit se alcanzó en algún momento entre 2006 y 2007, punto éste en el que el precio del barril de brent comenzó su imparable ascenso hacia el infinito.
¿Y ahora qué? Pues nada, es el fin del petróleo barato. A partir de ahora, el crecimiento de su precio será imparable, y sus consecuencias para la economía mundial, devastadoras. Si las predicciones son ciertas, nos estamos enfrentando al fin del mundo tal y como lo conocemos. Es el fin de nuestro actual estilo de vida. Dudo que lleguemos a ver un mundo apocalíptico a lo Mad Max, pero tampoco lo descartemos.
¿Qué? ¿He oído estanflación? Espera, que me da la risa. Esto sí tiene una razón clara, no como ese vago concepto ‘mágico’ para explicar lo que aparentemente era inexplicable.
Aquí os dejo un resumen visual muy claro y muy entretenido del asunto. Una muestra, además, de que las cosas buenas también pueden ser ‘verdes’.
Sin duda, es el momento de reinventar el mundo. De empezar a ser conscientes de que nosotros mismos somos los culpables de la situación actual, y de que sólo nosotros podemos revertirla. Señores, es el momento de votar a Los Verdes.
via: blogoempresa.com
2 comentarios:
Es muy triste darce cuenta que a la gente no parece importarles por que el mundo y su sistema capitalista estan en colapso.... que solo quieren estar divertidos y no interesarse del por que pagan mas por los alimentos y por que los paices estan es riesgo alimentario.... -que aumento el petroleo, no se por que esta pasando, pero no me informo y no hago nada para tratar de controlorlo-.... ese es el pensamiento comun en los pateticos habitantes de este mundo
Me estuve preparando para el fin del mundo y qué paso??? Me cagaste! He vendido mi casa y mi auto y me compré un molino de viento y unos paneles solares para calentar el agua y ahora qué hago????
La proxima vez piensa un poquito más antes de escribir y deja de escribir tanta tontería...
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